EL NIÑO POETA
Recuerdo aquellos días de mi infancia
jugando a ser poeta en un papel,
llenitos de tesón y de constancia
escribía los versos a tropel.
La luna era mi novia adolescente
y le trovaba versos de quimera,
quería enamorarla locamente,
¡de conquistarla nunca hallé manera!
De Lorca, me gustaba el romancero,
de Machado, su patio de Sevilla,
de Juan Ramón, soñaba con Platero
y trotaba a Moguer desde mi silla.
Ahora que ya peino algunas canas
manuscribo con mimo y con cariño,
con la misma ilusión y aquellas ganas
que tenía por ella siendo un niño.
Rafael Llamas Jiménez
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